El 23 de abril es una de las grandes fechas para la cultura, y es que cada año el Día Internacional del Libro cubre las calles de las ciudades con literatura, creadores emocionados y lectores en busca de nuevas aventuras que vivir a través de los ojos de un escritor. Este año ha sido atípico, pero ha podido conmemorar a una industria que ha conseguido sobrevivir a una marea de caos e incertidumbre marcada por una pandemia.
El año 2020 provocó que esta festividad tuviese que vivirse desde casa, en medio de un confinamiento domiciliario donde la esperanza por volver a las calles volvía a la sociedad cada 15 días. Por entonces la cultura fue uno de los salvavidas de la población puesto que consiguió que la locura no se instaurase en las casas de miles de personas que comenzaban a ver su vida tambalearse.
Negocios en ruina, familias desesperadas y el comienzo de una crisis económica sin precedentes marcaron al mes de abril de 2020. La COVID-19 comenzaba a ser una pandemia con la que había que convivir, aunque el cómo ya era otra cuestión.
Pero el confinamiento y la desesperación se vivieron con libros en la mano. Cada lectura nueva servía para evadir a una sociedad confundida de un presente y futuro que iban a evocar en unos cambios estructurales en al forma de vivir.
Un país que se encaminaba a una vida totalmente diferente tenía a los libros para saber que todo aquello que se había conocido hasta entonces podía seguir siendo así a través de las páginas. Además, estos también demostraron que la irrealidad, la fantasía, la ficción y otras disciplinas tienen cabida en cualquier sociedad que necesite evadirse de un mundo en ruinas.
El Día del Libro conmemora a una industria literaria que, al igual que todos los sectores de la sociedad, ha sufrido el impacto de la COVID-19. Un día que celebra a la literatura, a sus trabajadores, a la producción editorial y a los lectores ha pasado de los balcones a las calles con la emoción de una sociedad hastiada de restricciones, confinamientos y palabras técnicas relacionadas con la salud que inundan los televisores, los teléfonos móviles y las conversaciones.
De hecho, hasta el año 2018, la industria literaria en Cantabria y la producción editorial han estado en auge, por lo que son un incentivo más para la sociedad.
Los datos han sido extraídos del Instituto Cántabro de Estadística (ICANE)
Ahora 2021 trae una pequeña recuperación en todos los sentidos. La vacuna de la COVID-19 está siendo la luz al final del túnel para muchas familias que han visto perder sus ingresos en el último año.
Este pasado 23 de abril se ha vuelto a celebrar el Día Internacional del Libro en medio de discrepancias políticas donde cada partido le ha echado la culpa a otro de los muertos por coronavirus, con un incremento en problemas de salud mental ocasionados por la incertidumbre y una confusión ante la efectividad de las vacunas. Pero todo ello tan solo ha impedido parcialmente que Cantabria pueda volver a celebrar un año más el Día Internacional del Libro en las calles de las ciudades.
Lo cierto es que a lo largo de la semana, ante el incremento de casos de COVID-19 en la comunidad, la consejería de Cultura decidió hacer las actividades propuestas para celebrar el Día del Libro en la Biblioteca de Cantabria de forma online. Así, actividades como la ‘Oda al libro y a la lectura’ de Juan Gómez Bárcena pudo seguirse a través de las redes sociales y de la página web de la entidad cultural.
Este año atípico no ha impedido que los libreros y los lectores hayan salido a las calles de las ciudades. Santander, Torrelavega, Suances, Laredo… Los municipios cántabros que contaban con grandes espacios para la lectura salieron para celebrar uno de los días más importantes para la lectura en la región.
Asimismo, los aforos para evitar la propagación de la COVID-19 no han evitado que la sociedad cántabra se uniese a las actividades propuestas por los diferentes espacios culturales para conmemorar uno de los días más relevantes para la industria literaria.
Actividades, firmas, conciertos… Todo tipo de actividades han tenido lugar en un año tan atípico como diferente para el Día Internacional del Libro. Pero Cantabria y la industria literaria han demostrado que, aún con un virus de por medio, la lectura es uno de los grandes incentivos para salir adelante.
2020 celebró el Día del Libro con aplausos en los balcones y con miedo en la mayoría de hogares de las ciudades. Ahora, un año después, la comunidad ha conseguido dejar momentáneamente a un lado un caos de vacunas y discrepancias para poder disfrutar de las calles repletas de libros, ilusión y emoción por las nuevas historias.
Los libreros y los lectores han pasado de celebrar el 23 de abril en los balcones a hacerlo en las calles, y es que la literatura ha aporta una de las sensaciones más ansiadas por la sociedad: la libertad. Más allá de los estigmas políticos que cubren la campaña madrileña, la libertad por ser uno mismo, por verse reflejado en las páginas de un libro ha marcado una celebración marcada por la COVID-19, pero en las calles y con la ilusión de una nueva aventura.