Hay personajes históricos que dejan huella en una sociedad. Su reconocimiento, aunque póstumo, siempre es muestra de los valores que estas personas han dejado en su legado. Desde políticos hasta artistas, todos ellos han hecho mella en la sociedad a través de su actividad profesional o personal.
Cantabria es una de las comunidades autónomas que abarca un gran número de legados. De hecho, la variedad geográfica existente dentro de la propia comunidad hace que cada uno de los 102 municipios que conforman la región tengan sus propios personajes que les han dejado huella.
Pero quizás una de las personas que mayor mella han hecho en la sociedad cántabra ha sido una de las artistas con mayor reconocimiento a nivel internacional. María Gutiérrez Cueto, más conocida como María Blanchard, es uno de los iconos del arte en Cantabria, y no es para menos puesto que sus trabajos siguen siendo objeto de estudio en la actualidad.
Nacida en Santander un 6 de marzo de 1881, María Blanchard se crió en el seno de una familia que se podría denominar como «de la nueva burguesía montañesa». Además, la vida de esta artista internacional estuvo condicionada en gran parte por una deformidad física que tuvo la cántabra desde su nacimiento, la cual consistía en una cifoescoliosis con doble desviación de la columna.
Así, la vida de María Blanchard no solo estuvo marcada por su condición física, sino que su amor por el arte y la fascinación que la cántabra tenía por esta disciplina cultural la llevaron a ser una de las pintoras más reconocidas de la historia en España.
Blanchard se crió en una familia donde se apreciaba la cultura, por lo que su padre le instruyó en el mundo del arte y le mostró las particularidades de esta disciplina. De esta forma fue cómo María Blanchard, una de las pintoras españolas más reconocidas, comenzó a adentrarse en el mundo del arte. Tal fue su fascinación que en 1903, animada por una familia que siempre había tenido a la cultura como eje central, Blanchard viajó a la ciudad de Madrid para formarse en el estudio de Emilio Sala.
Este pintor era conocido por su precisión en el dibujo y el uso del color, ambas características que marcarían la trayectoria pictórica de la artista cántabra. Poco después de su llegada a Madrid, el padre de María Blanchard muere, por lo que la pintora decide instalarse allí definitivamente.
En 1906, tres años más tarde después de su primera entrada en el mundo del arte de la mano de Emilio Sala, Blanchard acudió a instruirse al estudio de Fernando Álvarez de Sotomayor. Asimismo, la cántabra continuó educándose en el mundo del arte y participó en diversas exposiciones donde se fue conociendo poco a poco el nombre de María Blanchard.
De hecho, el Ayuntamiento de Santander decidió concederle unas becas unos años más tarde para que la joven pintora pudiese proseguir sus estudios pictóricos en la ciudad francesa de París.
Cuando Blanchard viajó a Paris en 1909 el mundo del arte cambió por completo. Ese momento fue el gran inicio de una de las mujeres más brillantes que ha podido ver el mundo del arte. Blanchard se educó en París con diferentes artistas de gran renombre y acudió a la Academia Vitti, una de las más prestigiosas de la época.
A lo largo de sus años en la ciudad francesa María Blanchard fue adquiriendo cada día más y más reconocimiento, por lo que la joven cántabra decidió instalarse definitivamente en París, donde moriría años más tarde a causa de tuberculosis.
La Primera Guerra Mundial y los nuevos artistas emergentes, así como los nuevos movimientos, comenzaron a marcar la carrera profesional de María Blanchard. Así fue cómo la artista cántabra se adentró en el cubismo, hasta llegar a convertirse en «la dama del cubismo». De hecho, este movimiento artístico se desarrolló entre 1907 y 1924 y tiene como objetivo principal romper con la pintura tradicional.
María Blanchard realizó diversas obras, algunas de las cuales pueden verse online en el Museo Reina Sofía, y su trayectoria profesional ha pasado a la historia por ser una de las mujeres que revolucionó el mundo del arte. De ahí su apodo como «la dama del cubismo».
La joven pintora cántabra murió un 5 de abril de 1932 en Francia. De hecho, varios documentos históricos recogen que unas de sus últimas palabras sobre sus próximos trabajos pictóricos fueron «si vivo voy a pintar muchas flores».
La artista María Blanchard marcó a toda una sociedad, y lo sigue haciendo en la actualidad. Tal fue el impacto que tuvo la cántabra que el mismo Federico García Lorca le dedicó una elegía cuando se le fue notificada su muerte.
La dama del cubismo pasó a la historia como uno de los personajes más relevantes del mundo del arte. Su trayectoria y su esfuerzo fueron un símbolo del trabajo que tanto caracterizó a su familia. Además, su amor por la cultura fue el eje de su vida. María Blanchard ha pasado así a la historia como de las pintoras españolas con mayor relevancia en el panorama artístico a nivel internacional.