Las palabras tienen la capacidad de resonar en las mentes de la sociedad. En la mayor parte de ocasiones, las historias que narran los escritores dejan mella en el imaginario colectivo, además de descubrir nuevos mundos, otras culturas…
Los ojos de un escritor son singulares. A través de ellos enseñan historias que son capaces de enseñar y de demostrar que la verdad, la realidad, y a veces incluso la irrealidad, tienen algo en común: hacer soñar al lector.
Juan Gómez Bárcena (1984) siempre se ha interesado por descubrir el mundo y enseñárselo a sus lectores. Con ‘Los que duermen’ (2012) comenzó su trayectoria como escritor profesional. Más adelante publicó ‘El cielo de Lima’ (2014), ‘Kanada’ (2017) y ‘Ni siquiera los muertos’ (2020). Ahora, el escritor santanderino se encuentra trabajando en su próximo proyecto.
¿Cómo decidiste aventurarte en el mundo de la literatura?
La verdad es que empecé muy joven con la idea de querer escribir. Desde muy niño me interesaba mucho la historia y la literatura. Mis padres todavía guardan libretas en las que escribía la historia de la humanidad cuando era niño e intentaba inventar historias con los pocos conocimientos que tenía.
Cuando ya tuve un ordenador a los 9-10 años comencé a escribir mucho. Lo que pasa es que, inevitablemente uno lo ve como algo amateur e inestable, como un sueño que no acabarás logrando. Pero a partir de la adolescencia cuando empecé a obtener algún premio literario me convencí de que quería ser escritor.
Has escrito varias obras. ¿Cuál es la que más te representa?
En general los escritores solemos estar más interesados y a ver con mejores ojos nuestra última obra. ‘Ni siquiera los muertos’ es la novela más compleja en el buen sentido de la palabra y la novela en la que creo que he avanzado más en un nivel experimental, estructural, estilístico…
Tengo un buen recuerdo de mis novelas. Es cierto que quizás la novela con la que ahora me identifico menos es ‘El cielo de Lima’, que curiosamente es la obra con la que más traducciones he conseguido.
“Me influyó mucho psicológicamente el hecho de ver que el trabajo de tres años se puede ver comprometido por tres meses”
¿Cómo definirías a la figura de Juan Gómez Bárcena?
Si tuviera que resumir brevemente mi trabajo diría que soy un escritor de ficción profundamente interesado por la historia, la filosofía y la política. A lo largo de mis libros he intentado tomar historias, a veces inventadas, a veces reales, del pasado (a veces incluso ambientadas en otros espacios geográficos) con el objetivo de hablar del presente y de nosotros mismos a través del análisis de otra sociedad o de otra época.
La principal labor de mi trabajo literario tiene una mirada antropológica. Entendernos en los demás es lo que fundamentalmente he desarrollado hasta ahora.
¿Cómo ha afectado la pandemia a tu rutina?
Afectó mucho a la salida de mi libro porque salió el 9 de marzo y la declaración del estado de alarma fue el 14 de marzo. Entonces inevitablemente durante esos tres meses de confinamiento, que suele ser la vida de un libro, no pudo ser visto en escaparates.
Me influyó mucho psicológicamente el hecho de ver que el trabajo de tres años se puede ver comprometido por tres meses porque al fin y al cabo eso es lo que dura la vida de un libro en cuanto a novedad.
Luego sí que me acostumbré rápido a la pandemia en cuanto ya vimos que la cosa iba para largo, y que era algo que nos afectaba a todos y que no podíamos cambiar. En mi caso, doy talleres de escritura y clases en una universidad privada y en ese sentido lo que más me ha afectado es tener que desarrollar todas esas clases en la pantalla donde se establece un menor calor humano.
Por otro lado, pasar más tiempo en casa te lleva a tener más tiempo para escribir.
Entonces, ¿no sufriste ningún bloqueo como escritor?
Durante el primer mes más que bloqueo lo que me sucedió es que no quería escribir. Generalmente organizo los tiempos de escritura en relación al calendario de promociones. Es decir, cuando termino de escribir un libro descanso y me dedico a la promoción.
La pandemia me pilló en el peor momento porque no estaba pensando en escribir nada y al mismo tiempo tenía la cabeza puesta en el libro que estaba “secuestrado” en las librerías.
Entonces durante ese primer mes de confinamiento lo pasé mal. No tenía ganas de escribir, no tenía ganas de leer. Era simplemente una absoluta falta de apetito. No deja de ser paradójico y triste porque siempre me quejo de que no tengo tiempo para la escritura. Al fin y al cabo, el tiempo de calidad es importante. Si estás ansioso con algún problema, por más que tengas tiempo físicamente, en verdad no tienes tiempo de nada.
A partir de abril me cambió el chip. Tenía un proyecto empezado anterior a la novela que acababa de publicar, entonces dejé ‘Ni siquiera los muertos’ a un lado, me centré en escribir y pude asumir con mayor tranquilidad el periodo de confinamiento. No estaba bloqueado, simplemente es que me costó encontrar qué iba a hacer.
En cierto modo, durante el confinamiento, ¿la cultura nos ha salvado?
Quiero pensar que sí. He visto más que nunca a gente hablando de libros, de experiencias lectoras y de cine. Es cierto que ha habido un interés lector que en general se ha volcado hacia libros que uno ya tenía adquiridos. Me da la sensación de que el 2020 ha sido un mal año para las novedades editoriales pero no ha sido malo para el mercado literario en general.
Quiero pensar que la cultura es una tabla de salvación en momentos como este por más que muchas veces de la sensación de que los gobernantes no se den mucha cuenta. Al fin y al cabo tenemos todo tipo de facilidades para salvar la hostelería y muy pocas para salvar espacios culturales donde siempre hay un contacto mucho menor. Este es caso, por ejemplo, de una librería, una sala de teatro o una sala de cine.
¿Qué libro u obra cinematográfica crees que definiría al año 2020?
Acabo de volver a ver ‘Doce monos’ de Terry Gilliam. Precisamente esta película habla de una epidemia mortal, aunque en este caso era el año 1997 y al mismo tiempo todo mezclado con humor, con absurdo y con esperpento. Supongo que ‘Doce monos’ podría definir al año 2020.
“He visto una revitalización de la vida cultural en Santander”
¿Cómo valoras la industria literaria en una ciudad como Santander y más concretamente en Cantabria?
Lo cierto es que no soy una voz muy autorizada para hablar del mercado editorial en Cantabria. Llevo muchos años fuera y, aunque voy periódicamente, no tengo un contacto tan directo la industria en la comunidad.
Sí que tengo la sensación de que desde el tiempo que llevo fuera, que es desde 2005, he visto una revitalización de la vida cultural en Santander. Me da la sensación que, con respecto a cuando yo vivía allí, ahora tenemos más salas de teatro, más librerías y un mayor dinamismo cultural.
Creo que queda mucho por hacer. Tengo la sensación de que quizás a veces en Cantabria no hemos mirado los suficiente al resto de España. Pero verdaderamente sí que siento que hay una revitalización de esa industria cultural. Me hubiera gustado ser adolescente en este Santander antes que en el que lo fui yo.
¿Crees que las franquicias como la Casa del libro se van a instalar en Cantabria, como ha sucedido en el antiguo establecimiento de la librería Estvdio?
Es triste que Estvdio haya cerrado, especialmente por la historia que tenía y su relación con la sociedad. No obstante, me pareció buena noticia que tuviésemos una librería que lo sustituyese.
No me muestro en contra de las franquicias. Lo que me molesta son las librerías que no hacen vida cultural y que contratan empleados que te venden libros como si vendiesen cualquier otro producto.
Aquí en Madrid hay librerías pequeñas que no hacen ninguna de esas dos cosas. En cambio puedes ver cadenas que hacen una tarea bastante notable en la vida cultural. Me gustaría que la Casa del libro tomase ese camino.
“Estoy trabajando en una nueva novela ambientada en Cantabria”
¿Qué proyectos de futuro tienes?
Estoy trabajando en una nueva novela ambientada en Cantabria, y va a ser la primera vez que haga eso. No obstante, este proyecto no pierde la mirada histórica de mis novelas.
Llevo veinte años investigando la historia de Toñanes, mi pueblo, que está cerca de Santillana del Mar. Durante mucho tiempo investigué mi árbol genealógico, los documentos del lugar… He ido entresacando toda la información disponible de los archivos.
Esta investigación fue mutando poco a poco en una novela. Me propongo mostrar, a la manera de ‘Pedro Páramo’, los extractos de varias etapas históricas y poder estar en el mismo sitio. Es decir, hablar del Toñanes del siglo XIX, del XXI…
Es un proyecto largo y exigente, pero espero acabarlo a lo largo de este año 2021. Tengo mucha curiosidad por ver cómo se recibe en Cantabria.